BY MARTHA ZEIN
El muelle al que nos acercamos está bordeado por una ristra de luces azules, como si alguien hubiera querido camuflar con un tatuaje luminiscente la agresiva fractura que existe entre el mar y el pedazo de tierra que nos recibe. Las paredes del malecón son tan altas que nuestra cubierta apenas asoma la nariz a su calzada; durante las operaciones de amarre mis ojos han quedado a ras de suelo, el brazalete eléctrico ha iluminado cada defensa que iba deslizando por la amura. Comprendo el mensaje. La parpadeante línea azul anuncia el sometimiento de la ciudad como el collar de cuero en un encuentro BDSM. He lanzado los cabos a tierra con la musculatura encajada, no importa que los operarios del puerto fueran solícitos, al fin y al cabo son seres de día y pronto desaparecerán entre el gentío, es más, encajan en el escenario, son actores sin frase.
Anudé, fui anudando el barco sintiendo que laceraba la piel compartida por la tierra y el mar con un bondage desmedido. Quizás el viejo puerto de Ibiza ya estuviera maniatado antes de que llegáramos pero nuestros cabos encajaban en las marcas de su piel y aún estoy demasiado cerca del muelle para constatar la envergadura de los arañazos y demasiado abajo como para que cualquier transeúnte parezca encaramado a un tacón de aguja. Los grandes yates alumbran con sus focos el agua, como si quisieran que las tinieblas les iluminaran. Mi calavera comienza a bailar, forzando a mi perturbada musculatura que es incapaz de sonreír ante el espectáculo.

A los pies del puerto viejo de Ibiza
No elegí este juego y sin embargo estoy aquí. 48 horas atrás nos cruzábamos con dos hombres vestidos de blanco como sus velas. Era un día de viento creciente y avanzaban silenciosamente sobre las aguas. Hoy estarán remontando la costa de la Tramuntana en su un breve llaut (Nova Catalina), unas veces a remo, otras a golpe de viento. Su plan: dar la vuelta a Mallorca para recordar la importancia de la simplicidad, el cuidado, la desaceleración, el decrecimiento. Conversar con Giacomo es aprender de la economía del don, de iniciativas ambientalmente revolucionarias y de la defensa del agua, hacerlo con David es recuperar la memoria de la vela tradicional y una cultura. A veces van solos, otras les acompañan l@s amig@s del Noctiluca, con Mika y Hans en cabeza. Observar su desnudez me conmovió; de aquella emoción procedo. Aquí, en mi destino, cae la noche, conmigo dentro. Aquí todo es subyugante carne cruda. Entre los dos extremos me retuerzo. Dicen que en el cerebro el dolor y el placer comparten la misma membrana.
El brillo de la piedra enverdecida por las algas, su solidez y la herrumbre de los norays me recuerdan que este puerto pertenece a la estirpe de los grandes (Zadar y Trieste le miran desde otras orillas conquistadas), sus dársenas se construyeron para acoger cuadernas altas, grandes conpuertas, escaleras que desciendan desde un primer, un segundo piso. Es evidente que nuestro catamarán no forma parte de esta medida del mundo; su calado es corto, sus cascos están diseñados para cortar el mar con poco esfuerzo, no hay puertas, ni ventanas, ni aire acondicionado, ni sala de máquinas… Nuestros motores son más pequeños que los de una lavadora, funcionan con el mecanismo de los juguetes. Simple, sencillo, sostenible. En este puerto, en agosto, un barco solar es tan anómalo que nadie repara en él. Podría realizar cualquier osadía a ojos de todo el mundo sin ser vista…

La noche inventa soles en el agua
La idea me anima. Me declaro marinera de un barco inconcebible: cumplo el sueño de l@s infiltrad@s, encarno la vida cotidiana de l@s mendig@s, gozo del superpoder de las heroínas de cómic, son los ojos de los transeúntes los que me hacen invisible. Este privilegio me otorga una libertad de movimientos poco conocida. Asomo la cabeza por la escotilla atronada por tres, cuatro, siete fuentes de música diferente. Me apuntillo para ver las calzas malvas, verdes y rosas del espigón. Ruge la noche. La ciudad se enfunda neones purpurinas. Recorro con la vista sus haces de luz antes de poner pie en esta tierra sometida. Asciendo por sus íngles, vientre, pezones, axilas y lóbulo de orejas hasta alcanzar las pestañas de la Villa y sus habitantes. En sus ojos contemplo la intermitencia voluptuosa de los espectáculos, discotecas y locales de moda. Mercancías y mercaderes se confunden, el tacto no distingue la piel del plástico. Aún no he bajado a tierra y ya se aturden mis huesos. Risas, gritos al paso de las estrellas del starsistem. Ibiza en verano es la golosina de las eléctricas. Aquí el amor no es necesario. Estoy amarrada en el rincón de los excesos.
Las primeras personas que se acercan al barco nos preguntan de quienes son aquellas enormes naves que nos jalonan. Lo hacen en inglés, en italiano, francés. En popa tenemos el barco del multimillonario ruso Mikhail Prokhorov; en proa uno de los yates de Roman Abramovich. Uno y otro se aproximan a los 100 metros de eslora, el nuestro alcanza los 14. Tengo la tentación de colarles datos que no forman parte de su cuestionario, contarles el por qué de su riqueza, pero no he venido a esto, de modo que recurro al humor: “los dueños de esos yates son los ostentosos, extravagantes, inmorales y energéticamente dependientes zares del siglo XXI. Sabemos que pueden pagarse todo el petróleo pero nosotros tenemos todo el sol necesario para navegar hasta el fin del mundo, y aquí nos ves, en la misma casilla de salida”.

Estamos flanqueados por yates de oligarcas rusos, la sombra de Gazprom es alargada
La noche ibicenca no ha hecho más que comenzar. Su estruendo no perturba el silencio con el que nos movemos en cubierta. Somos un virus solar en un organismo gigante y luminoso. Pregunto a quién pertenece este cuerpo, a quién enriquece este dispendio, quién mantiene esta hoguera de las vanidades abierta hasta el amanecer. El capitán responde que a Endesa y yo imagino al ex presidente del Gobierno, José María Aznar, sonriendo, satisfecho, al ver cómo la empresa por la que fichó en enero de 2011 tiene aquí una buena cartera de clientes. Los 200.000 euros anuales que recibe como asesor externo proceden, en parte, de este frenesí. No será el único en alimentar el fuego: El que fue ministro de Economía con el PSOE, Pedro Solbes, es miembro del consejo de Administración de la italiana Enel, multinacional de la energía poseedora del 92% de Endesa. La exministra de Economía Elena Salgado (PSOE) y uno de los padres de la Constitución, Miquel Roca, también deben de estar frotándose las manos. Forman parte de esa lista de polític@s que pasan a cobrar de la empresa a la que favorecieron mientras estuvieron en el gobierno.
Mientras izo la lentitud como si fuera una bandera pirata, contemplo mi futuro botín: son términos como “la actualidad”, que tanto dan de comer a los medios de comunicación (en estos días Telefónica hace y deshace en los salones de ciertos informativos). Es hora de revisar las convenciones que organizan nuestros tiempos, los individuales, los colectivos. Los cambios de gobierno que cada cuatro años pueden desencadenar unas elecciones son para los oligarcas el último paso de un proceso que iniciaron ocho, diez años antes. Por ejemplo, el Ejecutivo de Aznar culminó en 1998 la privatización de Endesa, un camino que inició el gobierno socialista diez años antes (cuando el Estado redujo su participación al 75,6 %). El enriquecimiento personal es la razón de estas decisiones. El vínculo entre el poder político y las empresas, concretamente las de la energía, es tan estrecha que el flujo de favores funciona en ambos sentidos. Así, entre 2002 y 2007, el presidente de la compañía fue Manuel Pizarro, quién se presentaría como número dos de las listas del PP en las elecciones generales de 2008. El actual ministro de Economía, Luis de Guindos, fue consejero de Endesa desde 2009, cargo que abandonó cuando asumió su cartera de ministro.

Fotógraf@s apostados, esperando a que desembarque el star-sistem
A falta de mástil me encaramo al mojón de amarre y lanzo el grito de guerra (hacia adentro, pero con la misma furia, con la misma voluntad arengadora): ¡Al ataque, mis valientes! ¡arranquemos nuestra vida cotidiana de sus agendas con actos impredecibles y desobedientes! ¡No estemos donde nos esperan! Nuestro presente colectivo fue diseñado un decenio atrás, por eso para adivinar sus decisiones es tan interesante acudir a las hemerotecas. Por ejemplo, en septiembre de 2006 el entonces consejero delegado de Endesa, Rafael Miranda, se reunió en Moscú con el vicepresidente del Comité Ejecutivo del gigante ruso Gazprom, Alexander Medvedev, para analizar oportunidades conjuntas en los negocios del gas y la electricidad. Al calor de lo sucedido en Ucrania esta noticia hace que cambie mi percepción del presente. Miro a proa, miro a popa, ¿Qué estarán tramando los dueños de las embarcaciones que nos escoltan? ¿Con quién se estarán dando un chapuzón? ¿Con quién jugarán al oligopoly? Estrujo mi galería de preguntas.
Por el puente del yate de proa camina un famoso actor del star-system. A su paso, tod@s gritan. L@s fotógraf@s llevaban horas esperando esta foto. Quizás cuando regresen a casa unos y otros miren atónitos el recibo de la luz o se pregunten por qué los billetes de avión son cada vez más caros o quizás vayan a más e indaguen de dónde salió todo aquel dispendio, aunque no sé si se darán cuenta que contribuyeron a mantener la fiesta en alto y que esta no es nada inocente porque en la era del fin del petróleo cualquier derroche energético crea un nuevo tipo de pobreza y probablemente ell@s sean l@a primer@s afectad@s. Como bien explica Esther Vivas, “la pobreza, hoy por hoy, ya no solo implica no tener trabajo, no llegar a fin de mes, no poder pagar la hipoteca o el alquiler sino, también, no poder prender la luz, tomar una ducha o encender la calefacción”.

En esta feria l@s adolescentes (y no tanto) gritan durante horas el nombre de sus ídolos
Quizá los neones, las fiestas, el consumo hasta morir sean una vía de escape para quienes quieren huir de la oscuridad de la crisis, pero hay lugares en los que la trampa se hace tan evidente que es difícil caer en ella y el barco solar es uno de ellos, no tanto por ser una anomalía sino porque navegar en él es algo no pautado. De eso se trata, de ponerse en una situación en el que puedas sentir la resistencia al cambio, cuando esto suceda tómatelo como un buen síntoma: estás tocando hueso. L@s dueñ@s del mercado necesitan que “Ibiza” siga ardiendo en nuestro imaginario porque sólo zambulléndonos en ese estilo de vida pueden mantener sus privilegios, por eso llenan las copas de veraneantes, consumidores, emplead@s y fans, para poder seguir coleccionando yates que en cada jornada de navegación devoran el presupuesto energético anual de diez hogares medios. Quienes asisten a esta voluptuosa hoguera creen que han ganado un sitio alrededor de su mesa, no se dan cuenta que están siendo servidos en sus platos y serán devorad@s con desgana.
No todo es feria. De hecho cada vez son menos los feriantes. Los márgenes de las oligarquías son tan grandes que a l@s ciudadan@s rebeldes, resistentes y desobedientes se empiezan a unir colectivos y entidades que no suelen entrar en estas lides. En junio del año pasado la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético entregó más de 100.000 firmas a la Fiscalía Anticorrupción para que investigara la incorporación de ex-polític@s a los consejos de administración de las eléctricas, por si se hubiera incurrido en hechos constitutivos de delito tales como prevaricación o tráfico de influencias. Mientras el asunto recorre el lento itinerario de la administración de justicia, las acciones se multiplican. En los últimos días hemos compartido navegación, actividades y conversaciones con miembros de la plataforma Alianza Mar Blava, un claro ejemplo de hasta qué punto un claro bien común puede enlazar a la administración, entidades privadas, organizaciones medioambientales y colectivos que en otros ámbitos de la existencia siguen estando confrontados. Paralizar las prospecciones de hidrocarburos en el golfo de Valencia es un claro bien común que ha servido para iniciar un modelo de acción política basado en el consenso, en acciones positivas como método de resistencia y en nuevas formas de liderazgo (grupos de trabajo, cargos rotatorios, actividad asamblearia… Esta acción común exige la acción directa de cada uno de sus miembros, como ciudadan@s, pueden reducir sus necesidades de energía, contratar electricidad con cooperativas verdes, producir electricidad limpia y, para l@s más valientes, recurrir a la desobediencia civil más tradicional.

En este mercado inoculamos nuestros tenderetes
El horizonte del dueño de Paladium (el yate que nos jalona la popa) pasa por la explotación del niquel, el paladio y el oro, el del Ectasea (a quién apunta nuestra proa) gira en torno a las explotaciones de gas y petróleo, el de este barco solar es la soberanía energética entendida como la “capacidad de una comunidad política para ejercer el control y la potestad, y para regular de manera racional, limitada y sustentable la explotación de los recursos energéticos”. Los tres estamos amorrados al piló de los despropósitos, unos para someter el cuerpo de la ciudad, otr@s lo hacemos para deshacer sus ataduras. Sí, hasta mis huesos bailan, pero son diferentes melodías. Qué extraño este lecho, qué perversa la orgía de este escote.