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Placeres responsables (Imagina un mundo sin pescado)

La historia del barco solar continúa por las costas del Mediterráneo español.

Este año la campaña de #fishforward se centra en Valencia y en esta pregunta:

Y la marinera del solar se cuela, como siempre, llena de preguntas.

Esta vez su respuesta se enlaza con una gran anfitriona: Food&Fun, en cuyo blog me invitan a contar esta historia… la de un mundo sin pescado.

Me gusta experimentar la vida a través de los sentidos. Tener un cuerpo es todo un privilegio, de hecho no envidio nada a los famosos ángeles, para quienes una caricia, el sabor de una copa de buen vino o el aroma de las rosas es imposible. Comulgo con la forma que tiene de definirse María Solviellas, chef de “Ca Na Toneta” (Caimari, Mallorca): “soy una hedonista responsable, busco el placer con la cabeza”. Me acerco a la afirmación que hace el filósofo Michel Onfray en El Manifiesto hedonista: “goza y haz gozar, sin hacer daño a nadie ni a ti mismo”. Me pongo de puntillas en sus afirmaciones para dar un paso más: me declaro hedonista responsable, una mujer a la que le gusta gozar y hacer gozar, sin hacer daño a nadie ni a mí misma… en beneficio del planeta.

Esta afirmación completa es el efecto secundario del evento “Imagina un mundo sin pescado” organizado por Food&Fun para la campaña de WWF sobre el consumo de pescado responsable. En el seno del acto inaugural de esta ONG internacional que defiende la naturaleza del planeta, Alberto Ferruz (chef del restaurante Bon Amb), Rakel Cernicharo (chef del restaurante Karak) y Andrés Pereda (chef del restaurante Komori) se propusieron imaginarse al frente de una cocina del futuro. La idea puede parecer de cienciaficción pero desafortunadamente es una posibilidad cada vez es más cercana. Nos estamos aproximando a un mundo con mares muertos, sin fauna en sus fondos, en el que el sabor, la textura o incluso la forma de un pescado se podría convertir en un placer que sólo las manos expertas sabrán reproducir apelando a la memoria del paladar y a la imaginación de los comensales.

Rakel Cernicharo(ganadora de “Top Chef” 2017 y vecina de Food&Fun) dio un paso al frente y creó una “vieira con tierra de tinta de calamar”. El plato recreaba la apariencia de ese bello y sabroso molusco bivalvo, emparentado con las almejas y las ostras, que no sólo hace las delicias de cualquier cocina sino que tiene un enorme arraigo en Occidente como símbolo del peregrinaje al Camino de Santiago. Al ser típica de las costas gallegas, quienes peregrinaban hasta Santiago de Compostela la llevaban a sus lugares de origen como rupia de que habían llegado hasta el final del camino, el extremo más occidental del continente Europeo, Finisterrae. La chef combinó magistralmente leche de coco, cítricos, mantequilla, huevos, cacao, sal en escamas, azúcar, fruta de la pasión, hierbabuena… ¡Qué placer más triste! El vacío del mar se hizo evidente en medio del dulce. No encontré olas ni amaneceres ni sonido de ballenas en aquel bocado.

La propuesta de Alberto fue una contundente y sencilla pirámide de harina de pescado, elaborada para “engañar” al paladar. Su propuesta me dejaba aún más muda, pues ya no era posible un pez ni en su forma. Sin ellos no habría focas, ni peces manta, ni delfines, ni tiburones… las verdes praderas de posidonia estarían desoladas…

Andrés no pudo presentar nada, no es posible hacer sushi sin carne de pescado. En ese futuro él no existiría.

Entre el 12% y el 28% de las capturas mundiales de pescado no están reguladas; el 90% de las poblaciones de pescado estudiadas en el Mediterráneo están sobreexplotadas… el mar se muere de agotamiento.

Ante ese panorama tomé nota de sus recomendaciones con el corazón y el estómago encogidos: informarme del origen y situación de los productos marinos que ofrecen los restaurantes (lo que implica que se utilice un etiquetado adecuado en los puestos de venta), abrir mi paladar a otras especies (lo que facilitará su presencia en los menús), consumir pescados locales cuyas poblaciones estén en buen estado de conservación… y algo más: reducir mi ingesta de pescado y cuando lo coma, hacerlo con alegría y respeto, consciente como soy de que son seres cada vez más escasos.

Despierto mis sentidos para hacer más placenteros y sostenibles mis vínculos con el planeta. ¡Gracias a los miembros de WWF, Rakel, Alberto y Andrés, por este despertar hedonista 3.0.!

Receta

Vieira con tierra de tinta de calamar

Para la vieira

  • 500ml de leche de coco
  • Azúcar
  • Sal
  • Una pizca de ras al hanut
  • Corteza a de cítricos
  • 6-8 g de agar agar

Llevamos a ebullición y vertemos en los moldes después de pasar por un colador

Para la tierra de tinta de calamar (Es un streussel)

  • 100g de mantequilla
  • 100g de harina
  • 80g de azúcar
  • 20g de cacao puro bio
  • Vainilla
  • Nuez moscada
  • Y sal en escamas

Hornear a 180g sin dejar de mover

Para el gel de fruta de la pasión

  • Para el gel de fruta de la pasión
  • 100ml de fruta de la pasión
  • 100ml de tpt ( almíbar base)
  • 2 g de alginato

Para el Lemond curd

  • 4 limas
  • 4 huevos
  • 100g de mantequilla
  • 250g de azúcar aprox, según gustos
  • Un toque de sal

Para las falsas algas de hierbabuena

  • 100g de hojas
  • 200 ml de tpt
  • Ralladura de Lima
  • Azúcar glas
  • Hojas picadas de hierbabuena
  • 8 g de cloruro
  • 2-5 g de alginato

Elaboración:

Hacer el baño de cloruro con litro de agua. Reposar.

Escaldar las hojas dos segundos , remojar con hielo. Trituras conjunto con el tpt y 100ml más de agua y el alginato. Una vez hecho el gel, espolvorear con la luna rallada y la menta.

Dejar caer a chorro en el baño de cloruro,remover enérgicamente, colar y enjuagar varias veces. Espolvorear con azúcar glas.

Montaje

Desmoldaremos el flan y le daremos forma de vieira. Con la miel de caña, le aportaremos el color. La rellenamos del gel de fruta de la pasión.

Hacemos un volcán, en su centro el Lenin curd, encima las falsas algas y sobre ella nuestra fabulosa vieira.

Desde Food&Fun queremos recomendar las guías de pescado para un consumo responsable, por un planeta vivo:

guiadepescado.com

pescadodetemporada.com

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De Valencia a París: #niungradomas

BY MARTHA ZEIN

El catamarán solar de WWF partió de Valencia pero el mensaje sigue en pie: El planeta se calienta cada vez más. Nuestra vida, y sobre todo la de quienes viven en los países más pobres y vulnerables, ya se está viendo afectada: lluvias extremas y sequías prolongadas, escasez de alimentos, daños en ecosistemas esenciales como el Ártico, los océanos o los bosques tropicales, extinción de especies maravillosas…

Hemos sido embajadores de una campaña urgente. El planeta no puede esperar. El próximo diciembre, líderes de todo el mudo se reunirán en la Cumbre de París para hablar del futuro del clima… y del planeta. Y de una vez por todas, deben alcanzar un acuerdo ambicioso que evite un cambio climático catastrófico.

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Pero también sabemos que aún estamos a tiempo, que un modelo energético más saludable, seguro y justo es posible y el cambio ya está en marcha, aunque algunos gobiernos y empresas sigan poniendo obstáculos.

Por eso, mientras avanzamos sobre este Mediterráneo que nos acuna, seguimos diciendo quw es eL momento de actuar, AHORA, porque somos la última generación que puede poner freno al cambio climático.

Podemos y debemos hacer mucho más. Pide al gobierno que aplique en España y defienda en París un modelo 100% renovable y el fin del apoyo a los combustibles fósiles y contaminantes.

Por el planeta. Por ti. Di NO al cambio climático.

Firma aquí

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Mentir para que nada cambie, amar para frenar el cambio.

BY MARTHA ZEIN

Acaba de bajarse del barco solar José Luis, un activista de siete años. “Si cuido al planeta, él cuidará de mi”, me dice. Le respondo, con los ojos muy abiertos: “Oh, qué hermosa frase”. Encoge los hombros y sonríe, quitándole importancia: “¡Claro, es que es verdad!”.

Han empezado a rodar cabezas en Volkswagen después de que la empresa automovilística reconociera que instaló un software para esquivar controles medioambientales en 11 millones de vehículos diésel de todo el mundo. Esta mañana WWF cerró la campaña #niungradomas en Valencia con un mensaje muy claro: los gobiernos deben dejar de subvencionar las energías fósiles.

En el cielo la luna se va haciendo llena, recordando que el tiempo pasa.

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Llevo días escuchando que podemos frenar el cambio climático. Durante la campaña a bordo del barco solar he ido elaborando mi particular listado de acciones, fruto de conversaciones con quienes nos hemos ido cruzando: desde promover la eficiencia energética de nuestros hogares a promover que los ayuntamientos lleguen a acuerdos con cooperativas de energías renovables como alternativa a las grandes compañías eléctricas. Reforestar y conservar los bosques, selvas y humedales y a escala más pequeña apostar por los jardines comunitarios, bosques comestibles, azoteas verdes… Hacer uso de material de bajo consumo de energía y, por supuesto, usar el coche eléctrico. Mientras esto sucedía se desencadenaba el escándalo de Volkswagen, uno de los mayores fabricantes de automóviles del mundo. Lejos de innovar apostando por los motores eléctricos se habían dedicado a desarrollar un programa para que sus motores diésel siguieran contaminando por encima de los límites legales.

Su fraude es revelador: Si no existe un control público minucioso y férreo sobre lo que hacen los fabricantes es porque estas grandes empresas sostienen algo más que un modelo económico: apuestan por el poder que da el dinero. A las élites que defienden este modelo (de vida) les importa un carajo el cuidado y, por tanto, la salud del planeta.

Saben que tienen las de perder, por eso mienten.

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Fiebre

BY MARTHA ZEIN

Es hora de empezar a hablar en primera persona. Superamos el siglo XX sabiendo que nada humano nos es ajeno, ahora estamos preparad@s para afirmar que nada de lo que le sucede al planeta nos es ajeno porque formamos parte de él. Su fiebre es la nuestra.

Tras el verano más seco registrado por la ciencia se acerca un otoño de lluvias torrenciales y fuertes vientos. El clima está perdiendo el control. Los lagos se secan, los rios llevan cada vez más lodo, el agua de los pozos se saliniza. Es hora de empezar a decir “me enfermo, mis lagrimales se secan, me ahogo, mi comportamiento es tóxico. No le sucede a las generaciones futuras, ni a los más míser@s del planeta, me sucede a mí, porque no hay separación entre el planeta y yo, porque yo soy agua y formo parte de este mundo azul”.

Hace 20 años que sabemos que estamos calentando el planeta pero no tomamos las medidas adecuadas. Seguimos apostando por los beneficios económicos que generan los modos de producción tóxicos. Aunque en parte tomamos medidas para reducir la emisión de CO2 (reducimos el consumo de combustibles fósiles, apostamos por la energía renovable, usamos transportes públicos, sacamos las bicicletas a la calle, practicamos el consumo colaborativo…), seguimos haciéndolo de forma marginal. Es hora de abandonar nuestro comportamiento tóxico de forma absoluta, hagamos un cambio integral, apostemos, por ejemplo, por unos gobiernos que desarrollen una economía basada en recursos. Pongamos límites claros al uso del petróleo y a las prácticas que lo promueven.

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Un informe de 2013 determinó que 90 empresas, 50 de ellas cotizadas en bolsas de valores, eran responsables por casi dos terceras partes de las emisiones industriales de todo el mundo durante los últimos dos siglos. Algunas de estas compañías, fundamentalmente las petrolíferas, sabían del riesgo de las emisiones de CO2 ya en 1980. No nos engañemos, la 21 Conferencia de las Partes (COP21) que se celebrará en diciembre en París quizás alcance acuerdos vinculantes para el 2030 y el 2040, pero serán mínimos. ¿Qué esperar de una conferencia patrocinada por corporaciones como EDF y Engie, cuyas operaciones de carbono equivalen a la mitad de todas las emisiones en Francia?

Nuestro problema es que ya no nos queda tiempo. Ya estamos sufriendo. Nuestros lagrimales ya nos están dando el aviso. El nivel del mar sobre el que navegamos aumenta día a día (el Mediterráneo sube tres milímetros por año, a lo largo del siglo XX aumentó 20 centímetros). Las altas temperaturas baten récords cada verano. Los humedales costeros retroceden. Las olas están cambiando de altura. Las pocas lluvias son cortas y torrenciales. Los pulmones más débiles se quiebran. ACNUR calcula que serán entre 250 y 1.000 millones las personas de todo del mundo que perderán sus casas o se verán forzadas a mudarse de territorio y hasta de país por estas causas en los próximos 50 años.
No es una amenaza, está sucediendo: somos la fiebre de este planeta.

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El cielo cuenta

BY MARTHA ZEIN

Mira hacia arriba. El azul no miente. Si se revuelve habrá tormenta.

El azul no existe, es sólo una ilusión óptica, sin embargo, las nubes, el viento, el sol  y todo lo que en él sucede es real. Allí arriba se están cociendo asuntos que vienen de aquí abajo: lluvias repentinas y torrenciales, altas temperaturas, vientos secos y huracanados.

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Azul arriba, azul abajo. Hemos zarpado hacia Valencia. Esta vez el WWFsolar es el embajador de la campaña #niungradomas. Somos la generación que se enfrenta al cambio climático. Este agua sobre la que navegamos absorbe el 40% del dióxido de carbono que emiten nuestros coches y fábricas, este mar se está comiendo la costa centímetro a centímetro, este azul se está calentando y la vida hierve con cada grado.

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Mira hacia arriba y dime si quieres formar parte de esta fiebre.

Sé de 15.700 personas que hoy, ahora, ya se están moviendo para frenar el cambio climático.

Mira aquí, en #niungradomas

En el fondo del mar crecen flores de asfalto

BY MARTHA ZEIN

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… Cuando se mide la vida en ciclos no son posibles las despedidas pues el tiempo se hace inagotable gracias al eterno retorno. Con esa forma de medir el mundo hasta el espacio cambia, el humus, por ejemplo, se convierte en el lugar en el que se encuentran la vida y la muerte…

… Este planeta azul creó todas las grandes reglas que hoy nos gobiernan, desde la gravedad a los amaneceres: sólo por ser como es, existe la vida tal y como la conocemos y tal y como la necesitamos….

Hablo sola por los aeropuertos. De vez en cuando paro y escribo: “Provenimos del planeta azul, es decir, de sus ciclos y sus evoluciones en el tiempo, por tanto en él sólo existe una despedida posible: cuando la vida, en su aspecto más microscópico y nimio, desaparezca definitivamente. Es esa dimensión de la existencia la que estamos poniendo en peligro los seres humanos. No valen los cálculos, esos que colocan el final de los días en una cifra llena de ceros que no llegaremos a alcanzar como individuos pero sí como especie, no valen porque no hay cantidades que sean capaces de representar la dimensión de nuestros actos cuando son crueles. Lo llamamos ‘nuestro entorno’ cuando se trata de nuestros orígenes, de nuestro cuerpo, que ni siquiera es nuestro ni es uno porque está constantemente relacionándose con lo que le rodea; con el oxígeno, por ejemplo”.

Redacto esta crónica ahora que la campaña en el barco solar ha terminado sabiendo que no es del todo cierto porque todo continúa. Para empezar, dos dias despuès del cierre oficial WWF dio el gran salto por la defensa de los rios, es decir, el agua, o sea, hidrógeno, oxígeno y todos esas sustancias y elementos que fue capaz de crear este planeta durante millones de años y por los que pudimos existir nosotros, los seres humanos, por el momento la única especie capaz de escribir crónicas.

Tecleo en los aviones, en mitad del cielo, entre nubes, en territorio solar, a cientos de kilómetros del catamarán (al que volveremos en septiembre)… sin dejar de bucear. Llevo así unos días: he caminado sumergida por el asfalto, me he subido a trenes, autobuses y coches, estoy aquí arriba, más cerca del sol, habitando en todo momento en el planeta agua. Haber participado en la campaña sobre el respeto a los fondos marinos facilita ciertos estados de conciencia. Hace cuatro dias y más de mil kilómetros atrás se me ocurrió ir aún más abajo de lo que permiten mis oídos y mis pulmones, a ese lugar sólo habitado por microorganismos y los sofisticados aparatos que podemos elaborar los humanos (siempre hemos sabido desarrollar las herramientas necesarias para mejorar nuestra existencia y saciar nuestras ambiciones) y ahí permanezco, en contacto con la fuente de la vida.

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(Torres de la Ciudad Perdida)

En medio de la oscuridad, allá donde las placas tectónicas que dan forma a nuestros continentes e islas se abren para seguir moldeando el planeta, el fuego, la tierra y el agua entran en diálogo. Lejos de tratados, convenios, documentos y palabras, estas conversaciones elementales toman cuerpo en lo que llamamos fumarolas. He leido bien los documentos que maneja WWF, sé cómo describir estas grietas submarinas en las que vive una de las mayores densidades de organismos del planeta: Agua muy caliente (>100ºC) y rica en minerales en la que bacterias y arqueas (tal vez las células vivas más primitivas que se conocen) se asocian y oxidan el sulfuro o el metano para producir materia orgánica…

Una vez digeridos los datos me lo cuento a mi modo: aquel lugar más parecido al infierno que al cielo es el “jardin prohibido” del que habla nuestra cultura. De golpe Adán y Eva dejan de tener forma antropomórfica, color de piel, género; todas las leyendas se esfuman y con ellas los mitos, las culpas, nuestra forma de entender el poder… ¡Como para no seguir buceando en aquella Ciudad Perdida!

El término de Ciudad Perdida no es mío sino de la comunidad científica, tan amante de los latinajos como de las metáforas. En esta ocasión se lo pusieron al conjunto de chimeneas ubicado en las dorsales del Océano Atlántico Norte que aparecen en la foto, descubiertos en el año 2000 de pura casualidad, como quien dice ayer, así de ignorantes somos sobre los procesos de la vida en esta cultura tan interesada en matar. En ese rincón hirviente las particulas minerales tienen propiedades químicas similares a las de las enzimas, esas moléculas que gobiernan nuestras reacciones químicas. Es decir, en esas fumarolas hidrotermales alcalinas los minerales se comportan de forma muy parecida a como lo hacen las enzimas en los organismos vivos: rompen los enlaces entre los átomos de carbono y oxígeno, lo que los lleva a combinarse con el agua para producir ácido fórmico, ácido acético, metanol y ácido pirúvico. Una vez se forman sustancias orgánicas simples como estas, se abre la puerta a una química orgánica más compleja.

Esta investigación prueba que se pueden sintetizar moléculas orgánicas simples en la naturaleza sin que estén presentes organismos vivos, por tanto sugiere que una química orgánica cada vez más compleja llevó hasta las moléculas autorreplicantes, y, finalmente, a la aparición de las primeras formas de vida celular, lo que más tarde dio lugar a cadenas de RNA, ADN y microbios, nuestra esencia quimica y biológica.

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(Retrato de una arquea, para incorporar a nuestro álbum de familia)

Todo ello no hace más que confirmar la llamada “teoría del mundo de agua”, hipótesis encabezada por el científico Michael Russell en los años ochenta que propone que la vida pudo haber comenzado en el interior de fondos marinos cálidos en un tiempo remoto, cuando los océanos se extendían por todo el planeta y en la tierra no eran posibles las fronteras.

Descubrir esta dimensión de la vida cuando formas parte de una campaña como la de #embarcate2015 me ha cambiado el paso. Hemos estado 15 dias recordando a quien quisiera escuchar que nuestras prospecciones en busca de gas y petróleo, nuestras artes se pesca, nuestra capacidad para contaminar el planeta y recalentarlo están poniendo en peligro los cimientos de la vida.

No quiero dejar de mirar las fumarolas hirvientes ni abandonar el corazón del abismo porque me recuerdan que nuestra capacidad para contarnos el mundo al revés es perversa. Me pregunto a qué llamamos paraíso si nuestros cuentos y creencias, es decir, si nuestra imaginación conquistada ubica el infierno en ese oscuro abismo ardiente que es, precisamente, fuente de vida. Es tal nuestra confusión que llegamos a creer que cuanto más sepamos sea el ser humano más respetuosos serán sus actos. Yo no lo veo así. Hace siglos que tenemos los datos suficientes, la ambición y la falta de respeto no se suavizan con cifras, datos, reflexiones ni leyes. Sin el amor por la vida no son posibles los cambios. Me refiero al amor expresado en términos químicos y físicos y biológicos y humanos y politicos y sublimes, porque no son más que capas de un mismo océano al que me gusta llamar Eros.

Aquí estoy, sumergida en este “planeta azul”, en este “mundo agua” al que todos pertenecemos. Desde aquí abajo veo el envés del catamarán solar, el de sus habitantes, el de los que nadan a su alrededor y el de los que se asoman a él. Todos practican, en medio de su infinita ignorancia humana, el amor por lo vivo, incluidas las enzimas y sus motores minerales. Por este tipo de personas sonrío, con ellas me enlazo; creo en el poder germinador de las redes hechas no sólo de inteligencia sino de fragmentos de piel, corazón y actos. Con ellas me voy nadando hasta otro barco, el GoOn, capaz de jugar con el viento y las mariposas.
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P.D. La teoría del mundo de agua asegura que existen dos tipos de “motores” minerales en las brechas de los océanos. Uno de ellos podría haber utilizado uno conocido como “óxido verde” mientras que el otro podría haber dependido de un metal raro llamado molibdeno. La búsqueda de nuevos medicamentos y nuevos materiales podrían querer apropiarse de este tipo de descubrimientos para satisfacer su desalmada y desamorada ambición. Frente a su desmesura he lanzado un maleficio, redactado en común singular y silbado con voz de ballena:

Tu eres castillo,
yo flor de asfalto.
No quiero tus tronos.
Si deseo que te derrumbes
es para encontrarnos durante un instante
alli donde juegan los guijarros
y que el abismo de mis ojos
añada oscuridad a tu brillante ceguera.

El corazón de los seres luminiscentes

BY MARTHA ZEIN

Es extraño hablar de los abismos cuando una està dispuesta a ir a donde el sol la lleve; sin embargo de eso se trata en esta campaña, de ir allá donde la luz no alcanza y el sol es inconcebible, de sumergirnos a 300, 1.000, 5.000 metros para presentar nuestros respetos a todos los seres que allí viven. El reto no es fácil, para empezar el cuerpo no nos acompaña: ni los pulmones, ni la vista, ni tan siquiera media porción de nuestras vísceras podrían sostener las bajas temperaturas, la ausencia de luz y la escasez de alimentos de las zonas màs profundas de los fondos marinos.

Frio, oscuridad y hambre, qué terrible castigo para los humanos, en cambio hay miles de criaturas que en esas duras condiciones son capaces de vivir y de iluminar las tinieblas. Es decir, vivir con todas las consecuencias.

Es este último aspecto lo que más me fascina. Los seres humanos, en nuestra condiciòn de terrestres necesitados de aire y de sol, solemos tener miedo al abismo. La humanidad se ha ido contando cosas terribles de ese lugar a lo largo de su historia: que en las profundidades puede ocurrir de todo, que es “otro mundo” con sus propias reglas, que sus habitantes son seres monstruosos dispuestos a atrapar a quienes allí caen procedentes de la superficie, que en su puerta hace guardia la figura más horrible que nadie haya podido imaginar… Los acadios le dieron el nombre de Tiamat, la madre abismo, quien parió serpientes “de diente agudo, de mandíbulas despiadadas. De veneno en vez de sangre, llenó sus cuerpos. Revistió de espanto dragones furiosos. Y cargándolos de resplandor sobrenatural, los volvió como dioses”. Los egipcios convirtieron a Tiamat en Nun, su reino fue bautizado por los griegos como Hades, en la biblia se vincula con la figura terrible de Leviatán y el cristianismo lo convertirá en morada del demonio para alcanzar el título de infierno a lo largo de la Edad Media. No extraña, pues, que haya personas que teman nadar allí donde no se alcanza a ver el fondo.

Las nuevas tecnologías y las grandes catàstrofes como los tsunamis han sacado a nuestra luz la existencia de criaturas tan surrealistas como diminutas, voraces más por la escasez de alimentos que por su ferocidad, llevándose por delante tanto mito. A medida que la comunidad científica va dando forma a la vida en el fondo del ocèano, llena de maravillas lo que durante miles de años ha sido el avieso fondo de nuestras pesadillas. Buceo en los datos durante los huecos de la campaña dispuesta a eliminar infiernos, mientras l@s voluntari@s levantan las carpas y promueven el respeto por el mar y sus habitantes más antiguos. Me convierto en borradora de miedos, esa será mi contribución.

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Dragar nuestro miedo al abismo está siendo una tarea enriquecedora. Una de las primeras lecciones que he aprendido es que podemos iluminar la oscuridad con nuestra propia luz incluso cuando las tinieblas sean tan densas como una taza de chocolate. La frase “no importa, mañana volverá a salir el sol” siempre me pareció un consuelo blando de modo que ahora abrazo con alegría las soluciones de la bioquímica. Digo, “No, no hace falta esperar a que amanezca para vivir con todas las consecuencias” y a continuación “Si, claro, podemos apropiarnos de nuestros actos hasta hacerlos esclarecedores, fluorescentes”. Para alcanzar tales afirmaciones he tomado como maestros a bacterias, hongos, protistas unicelulares, celentéreos, gusanos, moluscos, cefalópodos, crustáceos, insectos, equinodermos y peces de los fondos abisales.

El 90% de los animales de las profundidades marinas es capaz de crear su propia luz, podemos encontrar, pues, miles de ejemplos fascinantes, como el “Teuthowenia pellucida”, un calamar de ojos saltones y lumínicos de unos veinte centímetros, o el gusano sofonóforo apodado “el seductor” porque expele chispas luminosas a modo de fuegos artificiales para atraer al sexo opuesto, o la medusa Atolla, que llega a dibujar un mandala de luz cuando la atacan (un vórtice transdimensional con una orquídea en el centro y un círculo de filamentos como tallos de hongos mágicos que parecen flotar en el espacio) o los globos azules de la Chondrocladia lampadiglobus conocida con el apodo “esponja ping-pong” (en la foto), cuya existencia se descubrió en 1995…

Me recuerda a la versión marina de los molinillos de viento. Extasiada por su belleza, me detengo en medio del abismo, que viene a ser algo así como quedarme quieta sobre un suelo en brasas porque siempre he preferido atravesar las tinieblas lo más rápidamente posible o bordearlas, incluso asomarme a ellas con el corazón en un puño y fascinarme ante lo sublime, pero no habitarlas.

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A pesar de mi entusiasmo reconozco que voy con las entrañas hechas un nudo, porque en los rostros de algunos de esos peces creo ver una expresión de horror. No he dejado de pensar en Hiroshima y Nagasaki, ese capítulo de la historia de la humanidad en la que un reducido número de personas (entre políticos, científicos, militares y pilotos) lanzaron al infierno a miles de personas, en el accidente nuclear de Chernóbil con sus miles de seres destrozados en vida… sus cuerpos mutantes, recién nacidos con malformaciones monstruosas, seres humanos condenados a despertar cada día en el abismo y habitarlo con todas las consecuencias, es decir, en el espanto y en la ternura. Despuès de que todo sucediera, cuando ya les olvidamos, siguieron viviendo y además de sentir dolor amaron, jugaron, tuvieron amigos y sueños y proyectos y deseos y… esa combinación tan extrema me quiebra.

La existencia de criaturas como los diablos negros, el tiburón lagarto, las anguilas degolladas, el yelmo de nariz cuadrada, el pez fútbol, los dragones, los engullidores, los gusanos de penacho de los manantiales hidrotermales y las babosas de aletas afiladas, seres de apariencia monstruosa pero capaces de vivir hasta la muerte me alivia. Ellos comen, se reproducen, encuentran cobijo en lo oscuro, con sus destellos son capaces de convertir las tripas de mares y océanos en un firmamento líquido. Su simple existencia, sus fascinantes y pequeñas soluciones, me recuerdan la belleza que los seres humanos podemos llegar a crear en medio de la tragedia..

No soy nada original, el premio Nobel de literatura, Kenzaburo Oé, se acercó en los años sesenta a Hiroshima en un momento difícil de su vida y allí encontró fortaleza, amor, inspiración y pasión por el ser humano. “Quedé impresionado por su coraje, su manera de vivir y de pensar (…) Me sentí impelido a examinar mi completa condición humana, reexaminé mis ideas y asumí un sentido moral de la existencia. Desde aquel día miro el mundo con los ojos de las gentes de Hiroshima”. Bizarros y hermosos seres cósmicos pobladores del espacio donde la luz no llega, capaces de demostrar que la vida es mucho más de lo que imaginamos.

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La bioluminiscencia se convierte a bordo del WWFSolar en una metáfora impactante. Más que leer bebo todo lo relacionado con ella. Se produce gracias a una reacción bioquímica en la que una sustancia llamada luciferina sufre una oxidación que es catalizada por el enzima luciferasa. Se trata de una conversión directa de la energía química en energía lumínica (del mismo modo que la energía solar se transforma en eléctrica) cuyo resultado es una «luz fría» usada para localizar a sus presas, confundir a sus depredadores, atraer a sus objetos de deseo…

El caracol Hinea brasiliana utiliza su concha como una lupa para hacer más llamativa la luz verde con la que atrae al depredador de su depredador mientras que el pulpo luminoso (en la foto) logra deslumbrar con las ventosas de sus tentáculos (extendidos puede llegar a medir 5 metros de diámetro) y atraer a sus presas y a sus parejas, a las primeras para engullorlas, a las,segundas para comerlas a besos.

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A medida que avanzo en la galería comienzo un particular juego: vincular especies con personas abisales, de esas que son capaces de llevar a cabo actos luminiscentes. La primera que enlazo es esa comadrona sin nombre a la que se refiere la poeta Kurihara Sadako en uno de sus versos; la hermano con la Mertensia Ovum, una medusa de cuerpo gelatinoso y transparente de unos 15 centímetros capaz de generar unos colores muy parecidos a los del arcoíris cada vez que se pone en movimiento (en la foto).

La noche posterior al estallido de la bomba (el próximo 6 de agosto se cumplen 70’años de aquel drama*), Mertensia dejó a un lado sus dolores para ayudar a parir a una mujer. El poema de Kurihara Sadako, superviviente de Hiroshima que vivió aquella escena, termina de este modo:

“Y así una nueva vida nació en la oscuridad de ese pozo infernal.
Y de ese modo, la comadrona moría antes del amanecer, todavía bañada en sangre.
¡Seamos comadronas!
¡Traigamos nueva vida!”

Quienes se acostumbran a ver en la noche sin luna de los fondos marinos disfrutan de nuevas armonías. Hoy mismo, mientras escribía este post, los seres luminiscentes me contaron que existe una compañía de danza integrada llamada Associación Kiakahart, formada por ocho intérpretes, entre ellos un bailarín sin piernas, una bailarina con una pierna artificial y un bailarín invidente. Dicen que sus cuerpos toman una dimensión hermosa y expresiva en el escenario y yo saco a bailar al pez víbora porque de su boca siempre abierta pueden aparecer mil risas.

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*  La explosión sobre Hiroshima destruyó completamente el 65% de los edificios de la ciudad y mató en el acto a unas setenta mil personas. En los cuatro meses siguientes, las heridas causadas por el estallido y la radiación elevaron la cifra de muertos a más de cien mil personas. La bomba era llamada Little Boy.

Viajamos al centro del Océano.

BY MARTHA ZEIN

Imagina
que el mundo diera un vuelco
y todo lo que se levanta por encima de nuestras cabezas lo hiciera con la misma desmesura bajo nuestros pies,
que valles, ríos, coronas de montañas… y todos sus habitantes tuvieran una vida ajena a la nuestra, allá abajo, bien lejos de nuestros pasos.
Imagina
que no ver fuera el estado natural de los seres vivos
o ver poco
o esforzarse en ver.
Imagina un lugar en el que caminar fuera una inútil anomalía
que tener la boca descomunal o los ojos saltones o la piel translúcida fueran valiosas cualidades,
que allí donde siempre se levantó el infierno vivieran en paz millones de seres aún por bautizar.

Llevo un par de días canturreando aquella canción que compuso John Lennon:
... You may say I’m a dreamer
But I’m not the only one…

imageCanturreo mientras me asomo al WWFsolar con los ojos zambullidos. Este año la campaña (#embarcate en su versión 20.15) gira en torno a los fondos marinos y cuando digo fondos me refiero a algo más que profundos: 200, 1000 metros bajo el nivel del mar, 3000 metros….volcanes, fosas, abismos, fallas, tierra ardiendo bajo las aguas. Y aún más abajo, donde la luz no llega y sin embargo la vida existe en su expresión más radical. Qué hermoso oximoron: la luz solar y las tinieblas marinas tocándose en el mismo barco. Las dos caras de este catamarán serán, durante dos semanas, nuestro lugar de residencia.

Cómo no cantar…
Imagine all the people
Sharing all the world…
Bajo el mar no hay fronteras posibles…

Debería haber una versión submarina de esta canción.

Desde que zarpamos de Alicante camino a Cartagena veo el mundo del revés. Son ideas encadenadas: La superficie sobre la que navegamos (en la que nado y a la que me encaramo) es el cielo del planeta acuático… +  Esta lisa superficie (mi punto de partida) es el final de un camino si se observa desde el mar…  +  De alguna manera somos aves para los seres que en ella habitan…

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Al doblar el cabo de Palos permanecí atenta a la superficie del agua: en algún lugar allá abajo, más lejos aún de la costa, a 56 km del litoral murciano, se sitúa la importante montaña submarina del Seco de Palos. Es toda una cordillera que se levanta desde los 3.000 m hasta los 100 m de profundidad de su cumbre. Si la pudiera recorrer, una vez alcanzada la cumbre volvería a bajar hacia el oeste hasta alcanzar a menos de 3 km de cabo Tiñoso un sistema de cañones y escarpes submarinos que se hunden a más de 2.500 m de profundidad. Tal es la diversidad de la fauna en ese paisaje, tales los nutrientes y sus corrientes de energía, que aquí fuera, en esta superficie-cielo en la que navegamos es fácil avistar cetáceos alimentándose o migrando. WWF reclama su inclusión como AMP y Natura 2000 por sus fondos marinos y por su importancia para los delfines, ballenas y calderones que transitan por este rincón del Mediterráneo. Yo muero por verlos…

Mientras tanto imagino, entre otras razones porque la comunidad científica apenas está descubriendo ese mundo. Los océanos, con una profundidad media de 3.900 metros, suponen el 99% de los espacios terrestres habitados, sin embargo, sólo del 5% de los fondos se ha cartografiado con detalle. Con respecto a sus habitantes, los humanos sabemos que 17.650 especies viven a más de 200 metros de profundidad y que otras 5.722 lo hacen a más de un kilómetro de profundidad. Aún quedan miles de metros por descubrir.

Son seres extraños
ajenos a nuestra medida del mundo
a nuestras percepciones
transparentes
translúcidos
contrarios a las leyes de la armonía.
Me visitan, por supuesto, en sueños. Al fin y al cabo yo les imagino. He empezado a trazar sus pequeñas biografías.

Aquí está el primero. Es una de las pocas filmaciones que han podido obtenerse de este pez en su hábitat. Las imagenes fueron tomadas el 17 de noviembre de 2014 por el robot del Instituto de Investigación del Acuario de la Bahía de Monterey, MBARI (California, Estados Unidos)

Científicamente se le llama Melanocetus Johnsonii, aunque en el barco solar tiene un nombre más corto: Abi. Vive en profundidades normalmente de 3.000 – 4.000 metros.La particular antena que brota de su nariz está repleta de bacterias bioluminiscentes que se iluminan para atraer a los peces que creen que se trata de un gusano luminoso. Una vez que se acerca lo suficiente, el pez agarra a su presa con sus enormes dientes. Su boca, siempre abierta, puede tragar ejemplares de más del doble de su propia longitud, que no es mucha, pues alcanzan un tamaño máximo de 20 centímetros si son hembras mientras que los machos apenas llegan a alcanzar los 2,8 centímetros. Imagino sus pequeños ojos siempre deslumbrados y su particular forma de aparearse: el macho muerde el vientre de la hembra y, al cabo de un tiempo, se funde con ella para convertirse en un apéndice de su cuerpo. No son minutos ni horas, podría decirse que son días pero mentiría porque no hay sol ni luna que mida el tiempo. Lo único cierto es que durante ese infinito con el que sueñan los amantes, la hembra proporciona al macho riego sanguíneo y nutrientes mientras él no deja de donar esperma.

Abi… bueno, Abi no creo que naciera de esa larga y dulce e interesada cópula. Bien pudiera ser fruto del que aparece en el anterior vídeo y de este:

Abi ha salido del fondo del abismo, como quien sale del armario, ha dejado atrás las cómodas tinieblas para hacerse anfitrión de este universo a los hombres y mujeres del futuro porque sus valles y montañas, sus paraísos oscuros están siendo agredidos por su especie, los humanos. Aunque en el Mediterráneo está prohibido pescar con artes de arrastre a más de 1.000 metros, esta limitación es insuficiente, estas medidas siguen siendo insuficientes; miles de criaturas mueres ahogados o desnutridos por los microplásticos, estos restos de botellas, bolsas, tapones… obstruyen sus sistemas digestivos. Asociado e esto está el problema de la pesca fantasma producida por artes de pesca o aparejos abandonados y en los cuales los peces u otros organismos quedan atrapados. A estas muertes constantes, a estas agresiones y heridas se suman ahora los miles de seres que mueren con los oídos reventados por las prospecciones de petróleo y gas, las ondas de choque que utilizan son tan fuertes que los humanos pueden localizar estos combustibles fósiles bajo las rocas….
Una vez fuera del abismo, la vida es pura aventura.

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Cómo rematar una historia sin derramar una gota de sangre

BY MARTHA ZEIN

¿Cuántos peces tienen que llover para que un cuento nos arrastre y nos lleve al otro lado de los puntos suspensivos? Esta mañana baldeo el catamarán con la música en alto y moviendo las caderas. Bailar es un buen ritual. Es nuestra última jornada en el catamarán. Hemos visto la sonrosada aurora y recorrido las últimas diez millas en silencio. Después de un buen desayuno repartimos las tareas y a mí, como marinera que soy, me ha tocado borrar las huellas de las pasadas semanas. En sólo dos horas he encontrado el aroma del último tripulante en el envés de una almohada, la señal en la página 73 de un libro olvidado, el teléfono que dejó escrito alguien en el lateral de una caja de crema solar, un sombrero de paja cuya ala desgastada recuerda que cubrió muchos trayectos de quien fue su dueñ@… Me muevo embriagada por las historias de los objetos perdidos. Bailo con la sonrisa puesta y los ojos acuosos. Tres tiburones se mueren de risa en la barriga de mi ordenador. ¿Estaré en la antesala de una fábula o es que esperan hincarme el diente?

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Sabía que llegaría este momento, que sería yo la que tendría que peinar el cabello a la muñeca abandonada, pegar el sello a la carta que no se envió o vaciar el culo de las copas (qué poca sed se asomó a sus bordes) porque ya me tocó el año pasado. Ni los manuales de marinería, ni los libros de bitácora que consulté hacían referencia a la existencia de esta tarea final de modo que he tenido que deducir que debe ser algo así como rematar un relato. Que conste que no pongo ninguna objeción a declinar y ejecutar los verbos propios de mi cargo (limpieza de interiores, lavandería, atraque, desatraque, bla, bla, boa) pero es  que soy de las que no mato ni a una mosca, así que de rematar ni hablemos… por eso bailo. ¿Quién me recordó en esta campaña la danza ceremonial de los maoríes? Mientras voy y vuelvo con el cepillo y el jabón, sacando la lengua y taconeando de vez en cuando el suelo, de proa a popa, voy encarando las preguntas de última hora. Ahí viene una: Si estoy asistiendo a los últimos estertores de un cuento, querría saber si lo hago desde dentro o desde fuera. ¿Desapareceré tras la última mancha que limpie en cubierta? Me ha parecido ver por estribor a un pez burlón, se burla de la cara que llevo puesta.

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Ignoro mi destino, quizás en uno de los puntos finales con los que agoto las huellas que me van saliendo al paso esté escrita mi sentencia. Bailo. Intento hacer sonar la caracola. Froto mi nariz con alguno de los objetos perdidos, para darle la bienvenida, e intercambiar el “ha” o aliento vital. Es así como reconozco a la amiga que guardaba secretamente las colillas de sus cigarrillos, al voluntario que no volvió a por su delicada camiseta, al compañero que compraba cremas de lujo para las heridas de su piel, al visitante que tropezó nada más poner pie en cubierta y se curó a escondidas… Son simples manchas y sin embargo hablan de retales de ternura, de instantes de soledad que todos los seres humanos destilamos al vivir. Unas cuentan lo que hubo, otras lo que quedó por contar, estas últimas son las que más me interesan.  He dejado que se cuele en mi ordenador una medusa/patata, tiene pinta de saber de naufragios y es capaz de sonreír a los delfines coloraos.

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Hablan los retazos por los rincones. Habla el corcho de una botella de champán con la que José Manuel celebró que era feliz. Lo hacen los últimos folletos que nos entregaron los miembros de la plataforma Salvem PortoColom aquellos días en que preparaban las jornadas en defensa de la posidonia. Hace tres que clausuraron el mes de actividades con una fiesta en la plaza de l’Església. Recuerdo la tarde en que se asomaron al WWFSolar. El viento que nos retenía en su bahía hacía saltar a su pequeño llaüt. Llevaban una posidonia de atrevo en el lugar donde los del Nueva Catalina están desplegando ahora las velas. Habla cambién el bote de pepinos preparados por Anne (con canela, pimienta, granos de mostaza, enebro, azúcar y vinagre…) y me invita a pensar en María celebrando la intensidad agridulce de cada bocado. La defensa que nos regaló Guillem golpea con buen ritmo en la amurra y yo bailo su son. He creído ver llorar al ojo de un calamar.

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Nuestros restos siguen hablando de nosotr@s cuando ya no estamos. No hay nada más elocuente que la huella que deja un cuerpo en el colchón. Sus formas recrean la geometría de quien fue su dueñ@, por eso improviso responsos para los fragmentos que hago desaparecer y busco nuevos acomodos a los que tendrán una segunda vida a bordo. A este grupo pertenecen los platos que utilizó Fabián (Master Chef) durante su slowcooking solar, la botella en la que Inma trajo esa tisana reconstituyente que ya añoro y las frases de reconocimiento escritas en el “cuaderno de visitas”. Mientras restriego con el cepillo la cubierta dejo que se vaya de la lengua la mesa de popa, porque allí las charlas compartidas dieron lugar a buenas decisiones, argumentos inteligentes, conclusiones comprometidas… En el sillón se sentaron niñ@s capaces de dibujar peces barbudos muertos de amor.

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Me gusta dar la bienvenida a bordo diciendo a l@s viajer@s que creo que si están a bordo es porque son personas que se plantean preguntas y que sólo por esto ya me caen muy bien. Me alegra recordarles que son nuestros interrogantes los que hacen hablar al mundo, es así como las formas de los objetos cuentan una historia. De este modo empezaba a explicar que el WWFSolar nació para cumplir un sueño (cruzar el Atlántico utilizando exclusivamente la energía del sol) de ahí su aspecto, su tamaño, el número de placas, el diseño de los patines… Parte de los soñadores de este barco procedían de los hermosos márgenes del sistema: un puñado de jubilados (los que llevaron a cabo la travesía transatlántica) y un ingeniero recién salido de la facultad (diseñador del motor). !Me gustan estos protagonistas!, entre otras razones porque permite hablar de otros márgenes, tan minúsculos como los bordes de las olas (en sus puntillas duerme el secreto de nuestro movimiento en el mar). Un día un niño dibujó un pez aislado en una pecera dentro del océano y me robó el aliento. Hace años siete personas con limitaciones físicas y psíquicas acompañadas de siete jóvenes creativ@s me ayudaron a llenar de vida a un personaje silencioso, un pececillo rojo que vivía solitario en una pecera redonda al que pusimos de nombre Lo Pez. ¿Es que los cuentos están enlazados por corredores invisibles? Y si así fuera, ¿tienen forma de estantería?

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Restriego con energía las curvas de las escotillas. Me divierte que en los barcos las ventanas no tengan esquinas. Tarareo (el jabón jaleado da más espuma),  me entretengo en los objetos perdidos con el mismo interés con el que el capitán atiende al murmullo de la hélice durante la travesía o al cambio de temperatura del motor. He comprobado que así pueden llevarme a un lugar que ya no existe. Por ejemplo, este molinillo de viento, uno de los que hicieron los niños para decorar las figuras de arena durante el acto final de la campaña en la playa de Talamanca (Ibiza). No me extraña que sus creaciones inspiraran el cierre de una campaña que quería reivindicar el uso de la energía renovable como alternativa a las prospecciones de hidrocarburos en el Mediterráneo. Sus animales marinos son los más hermosos que he visto jamás en tierra. Les declaro descubridores de una mitología alternativa a las bestias que habitaban en los confines de la tierra durante siglos y hacían del fondo del mar su reino devorador de barcos. Quizás cuando sean adultos tengan que imaginar cómo fueron esas especies que hoy estamos haciendo desaparecer con la pesca agresiva y los intereses comerciales, pero ahora lo que les sale de la punta de sus lápices de colores es un mar lleno de vida risueña, disparatada y, sobre todo, diversa. Lejos de los monstruos marinos que los cartógrafos inventaron durante los siglos X al XV para ilustrar los posibles peligros de navegación, ell@s imaginan que el confín del mundo puede ser un lugar acogedor.

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El capitán resopla a mi lado. El calor aprieta. Aún nos queda hacer el equipaje. ¿Cuál será el objeto que se desprenda de nuestras mochilas y vaya a parar a ese agujero negro en el que acaban las novelas, los cuentos, los relatos de las abuelas? ¿Qué mancha dejaremos que por otros será limpiada? Si soy yo quien la borre, ¿habré rematado mi propia sombra? En nuestras maletas no hay pelucas empolvadas en talco, ni narices rojas, ni ropajes doblados del revés, ni filtros de colores guardados de forma exquisita junto a enchufes y cables. Aquí no se acabó el espectáculo (la simple existencia del barco solar recuerda que otro modelo energético es posible, toda una metáfora política, económica y social en los tiempos que corren), aunque es cierto que el martes pasado nos visitaron decenas de delfines y la magia envolvió la travesía. Ninguno lucía bigote, ni lanzaba corazones por la boca y ni tenía cuerpo de nube, sabía que no iba con ellos el,pez-ojo con su cría.

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¿Y lo intangible? ¿Cómo se limpian los flecos que no se ven? En este catamarán conocimos a personas que están haciendo revoluciones invisibles y sin embargo contagiosas, como Giovanni, quien, cambiando el motor de gasoil de su velero por uno eléctrico está dando forma a un nuevo modelo de vida. No parecía un hombre agobiado por tener una jornada laboral reducida por “la crisis” sino una persona que trabaja unas horas al día para ganar dinero y el resto para ganar en autonomía. Nos contó que cada vez que había adquirido una pieza para su velero tuvo que superar una traba del mercado energético, el alimentario, el de la locomoción, el administrativo y el del conocimiento, lo que le hacía ver cuán grande y pesada era la dictadura del sistema. Su grado de libertad aumenta a medida que intercambia información y esto funciona en ambos sentidos, por eso nos buscó cuando leyó en la prensa que navegaríamos por su zona.

Estábamos terminando nuestra conversación en el catamarán solar cuando se asomó por popa, tímidamente, un energético anciano, Joan, mestre d’aixa conocido como Es Curret. Fue así como sucedió que el oficio del pasado dió la mano al futuro y nuestro mundo pegó un brinco. Curret fue explicándonos con los ojos iluminados algunos de los secretos de la construcción de llaüts, una pasión que heredó de su abuelo cuando apenas tenía 12 años y con la que alimentó a sus hij@s. El por qué de las formas, pesos, materiales… que hoy sostienen tantas embarcaciones se coló para siempre en nuestro discurso sobre las posibilidades de los nuevos motores eléctricos. Fluímos de tal manera que terminamos en el interior de lo que fue una pequeña parte de su astillero. Su hijo varón arquitecto lo transformó en un bloque de viviendas de lujo en primera línea de playa y un garaje en el que guarda sus tesoros. Allí, junto a las plantillas de madera que usaba para construir las embarcaciones, estaban las herramientas de los calafates que, según Curret, componían música al martillear la estopa con la que daban estanqueidad a las tablas.

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Semanas después, en Ibiza, Javi y Raúl, técnicos de medioambiente de Santa Eulàlia y San José, nos volvían a mostrar aquellas herramientas como útiles que querrían utilizar en la recuperación del Reina del Mar, un llaut de carga de 12 metros de eslora construido a principios del siglo pasado y que están rehabilitando con sus propias manos. La caja en la que aquellos calafates guardaban sus aparejos de hierro les servía al mismo tiempo de asiento, un detalle hablaba de una forma de vida. Según recordó José, en Galicia eran trabajadores itinerantes, que iban de puerto en puerto reparando naves, aislándolas del agua. Para los seres nómadas la ligereza es un factor importante.  Javi, Raúl y el capitán se habían conocido antes de forma virtual, movidos por una pasión compartida: las embarcaciones tradicionales, el slowsailing y las soluciones respetuosas con el medioambiente. Además, forman parte de la plataforma Alianza Mar Blava, por tanto estábamos destinad@s a encontrarnos durante la campaña. Cuando nos invitaron a ver su barco de madera no imaginaba que me regalarían una imagen que tardaré mucho tiempo en olvidar. Aquel llaut descansaba sobre puntales recios a la sombra de un enorme pino, junto a un pajar, una higuera, un caballo blanco, un galgo también blanco y mazorcas de maíz. Hace cinco años que encontraron la nave encallada en la costa, comida por el tiempo. Desde entonces, en sus horas libres, se dedican a pulir, clavar, ajustar, cepillar, doblar las tablas con calor, acudir a mercados de segunda mano donde adquirir tesoros náuticos, buscar troncos capaces de ser mástiles… Su entusiasmo es contagioso. ¡Al lado de su aventura todo son dulces colinas!

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Toca irse, ser borrada o rematada. Mientras espero mi destino voy haciendo con mis cosas un hatillo. Utilizo el mocador de lligall que me regaló Vicent Forteza. Mi amigo me ha enseñado a usar el tradicional pañuelo pitiuso para envolver paquetes, hacer bolsos e incluso transformarlo en un top agro/playero y ha bautizado la iniciativa como furoshiki pitius haciendo referencia a la palabra con la que se conoce este pañuelo en Japón. Giro llave de este viaje en la cerradura. ¿Dónde he quedado, dentro o fuera? Veo pasar una peza con los labios pintados, lleva en la boca el resto de un poema…

la foto 18(final del poema de Rafael Alberti “De mar a mar”, que cuelga sobre la mesa de mapas del pailebote Cala Millor. Es una de las quinientas copias que firmó en Huelva en el año 91, a los ochenta y nueve años, en recuerdo a su madre, que era natural de esta ciudad. Siempre, siempre, somos niñas, bien lo saben l@s poetas)

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Amorrada al piló de los excesos

BY MARTHA ZEIN

El muelle al que nos acercamos está bordeado por una ristra de luces azules, como si alguien hubiera querido camuflar con un tatuaje luminiscente la agresiva fractura que existe entre el mar y el pedazo de tierra que nos recibe. Las paredes del malecón son tan altas que nuestra cubierta apenas asoma la nariz a su calzada; durante las operaciones de amarre mis ojos han quedado a ras de suelo, el brazalete eléctrico ha iluminado cada defensa que iba deslizando por la amura. Comprendo el mensaje. La parpadeante línea azul anuncia el sometimiento de la ciudad como el collar de cuero en un encuentro BDSM. He lanzado los cabos a tierra con la musculatura encajada, no importa que los operarios del puerto fueran solícitos, al fin y al cabo son seres de día y pronto desaparecerán entre el gentío, es más, encajan en el escenario, son actores sin frase.

Anudé, fui anudando el barco sintiendo que laceraba la piel compartida por la tierra y el mar con un bondage desmedido. Quizás el viejo puerto de Ibiza ya estuviera maniatado antes de que llegáramos pero nuestros cabos encajaban en las marcas de su piel y aún estoy demasiado cerca del muelle para constatar la envergadura de los arañazos y demasiado abajo como para que cualquier transeúnte parezca encaramado a un tacón de aguja. Los grandes yates alumbran con sus focos el agua, como si quisieran que las tinieblas les iluminaran. Mi calavera comienza a bailar, forzando a mi perturbada musculatura que es incapaz de sonreír ante el espectáculo.

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A los pies del puerto viejo de Ibiza

No elegí este juego y sin embargo estoy aquí. 48 horas atrás nos cruzábamos con dos hombres vestidos de blanco como sus velas. Era un día de viento creciente y avanzaban silenciosamente sobre las aguas. Hoy estarán remontando la costa de la Tramuntana en su un breve llaut (Nova Catalina), unas veces a remo, otras a golpe de viento. Su plan: dar la vuelta a Mallorca para recordar la importancia de la simplicidad, el cuidado, la desaceleración, el decrecimiento. Conversar con Giacomo es aprender de la economía del don, de iniciativas ambientalmente revolucionarias y de la defensa del agua, hacerlo con David es recuperar la memoria de la vela tradicional y una cultura. A veces van solos, otras les acompañan l@s amig@s del Noctiluca, con Mika y Hans en cabeza. Observar su desnudez me conmovió; de aquella emoción procedo. Aquí, en mi destino, cae la noche, conmigo dentro. Aquí todo es subyugante carne cruda. Entre los dos extremos me retuerzo. Dicen que en el cerebro el dolor y el placer comparten la misma membrana.

El brillo de la piedra enverdecida por las algas, su solidez y la herrumbre de los norays me recuerdan que este puerto pertenece a la estirpe de los grandes (Zadar y Trieste le miran desde otras orillas conquistadas), sus dársenas se construyeron para acoger cuadernas altas, grandes conpuertas, escaleras que desciendan desde un primer, un segundo piso. Es evidente que nuestro catamarán no forma parte de esta medida del mundo; su calado es corto, sus cascos están diseñados para cortar el mar con poco esfuerzo, no hay puertas, ni ventanas, ni aire acondicionado, ni sala de máquinas… Nuestros motores son más pequeños que los de una lavadora, funcionan con el mecanismo de los juguetes. Simple, sencillo, sostenible. En este puerto, en agosto, un barco solar es tan anómalo que nadie repara en él. Podría realizar cualquier osadía a ojos de todo el mundo sin ser vista…

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La noche inventa soles en el agua

La idea me anima. Me declaro marinera de un barco inconcebible: cumplo el sueño de l@s infiltrad@s, encarno la vida cotidiana de l@s mendig@s, gozo del superpoder de las heroínas de cómic, son los ojos de los transeúntes los que me hacen invisible. Este privilegio me otorga una libertad de movimientos poco conocida. Asomo la cabeza por la escotilla atronada por tres, cuatro, siete fuentes de música diferente. Me apuntillo para ver las calzas malvas, verdes y rosas del espigón. Ruge la noche. La ciudad se enfunda neones purpurinas. Recorro con la vista sus haces de luz antes de poner pie en esta tierra sometida. Asciendo por sus íngles, vientre, pezones, axilas y lóbulo de orejas hasta alcanzar las pestañas de la Villa y sus habitantes. En sus ojos contemplo la intermitencia voluptuosa de los espectáculos, discotecas y locales de moda. Mercancías y mercaderes se confunden, el tacto no distingue la piel del plástico. Aún no he bajado a tierra y ya se aturden mis huesos. Risas, gritos al paso de las estrellas del starsistem. Ibiza en verano es la golosina de las eléctricas. Aquí el amor no es necesario. Estoy amarrada en el rincón de los excesos.

Las primeras personas que se acercan al barco nos preguntan de quienes son aquellas enormes naves que nos jalonan. Lo hacen en inglés, en italiano, francés. En popa tenemos el barco del multimillonario ruso Mikhail Prokhorov; en proa uno de los yates de Roman Abramovich. Uno y otro se aproximan a los 100 metros de eslora, el nuestro alcanza los 14. Tengo la tentación de colarles datos que no forman parte de su cuestionario, contarles el por qué de su riqueza, pero no he venido a esto, de modo que recurro al humor: “los dueños de esos yates son los ostentosos, extravagantes, inmorales y energéticamente dependientes zares del siglo XXI. Sabemos que pueden pagarse todo el petróleo pero nosotros tenemos todo el sol necesario para navegar hasta el fin del mundo, y aquí nos ves, en la misma casilla de salida”.

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Estamos flanqueados por yates de oligarcas rusos, la sombra de Gazprom es alargada

La noche ibicenca no ha hecho más que comenzar. Su estruendo no perturba el silencio con el que nos movemos en cubierta. Somos un virus solar en un organismo gigante y luminoso. Pregunto a quién pertenece este cuerpo, a quién enriquece este dispendio, quién mantiene esta hoguera de las vanidades abierta hasta el amanecer. El capitán responde que a Endesa y yo imagino al ex presidente del Gobierno, José María Aznar, sonriendo, satisfecho, al ver cómo la empresa por la que fichó en enero de 2011 tiene aquí una buena cartera de clientes. Los 200.000 euros anuales que recibe como asesor externo proceden, en parte, de este frenesí. No será el único en alimentar el fuego: El que fue ministro de Economía con el PSOE, Pedro Solbes, es miembro del consejo de Administración de la italiana Enel, multinacional de la energía poseedora del 92% de Endesa. La exministra de Economía Elena Salgado (PSOE) y uno de los padres de la Constitución, Miquel Roca, también deben de estar frotándose las manos. Forman parte de esa lista de polític@s que pasan a cobrar de la empresa a la que favorecieron mientras estuvieron en el gobierno.

Mientras izo la lentitud como si fuera una bandera pirata, contemplo mi futuro botín: son términos como “la actualidad”, que tanto dan de comer a los medios de comunicación (en estos días Telefónica hace y deshace en los salones de ciertos informativos). Es hora de revisar las convenciones que organizan nuestros tiempos, los individuales, los colectivos. Los cambios de gobierno que cada cuatro años pueden desencadenar unas elecciones son para los oligarcas el último paso de un proceso que iniciaron ocho, diez años antes. Por ejemplo, el Ejecutivo de Aznar culminó en 1998 la privatización de Endesa, un camino que inició el gobierno socialista diez años antes (cuando el Estado redujo su participación al 75,6 %). El enriquecimiento personal es la razón de estas decisiones. El vínculo entre el poder político y las empresas, concretamente las de la energía, es tan estrecha que el flujo de favores funciona en ambos sentidos. Así, entre 2002 y 2007, el presidente de la compañía fue Manuel Pizarro, quién se presentaría como número dos de las listas del PP en las elecciones generales de 2008. El actual ministro de Economía, Luis de Guindos, fue consejero de Endesa desde 2009, cargo que abandonó cuando asumió su cartera de ministro.

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Fotógraf@s apostados, esperando a que desembarque el star-sistem

A falta de mástil me encaramo al mojón de amarre y lanzo el grito de guerra (hacia adentro, pero con la misma furia, con la misma voluntad arengadora): ¡Al ataque, mis valientes! ¡arranquemos nuestra vida cotidiana de sus agendas con actos impredecibles y desobedientes! ¡No estemos donde nos esperan! Nuestro presente colectivo fue diseñado un decenio atrás, por eso para adivinar sus decisiones es tan interesante acudir a las hemerotecas. Por ejemplo, en septiembre de 2006 el entonces consejero delegado de Endesa, Rafael Miranda, se reunió en Moscú con el vicepresidente del Comité Ejecutivo del gigante ruso Gazprom, Alexander Medvedev, para analizar oportunidades conjuntas en los negocios del gas y la electricidad. Al calor de lo sucedido en Ucrania esta noticia hace que cambie mi percepción del presente. Miro a proa, miro a popa, ¿Qué estarán tramando los dueños de las embarcaciones que nos escoltan? ¿Con quién se estarán dando un chapuzón? ¿Con quién jugarán al oligopoly? Estrujo mi galería de preguntas.

Por el puente del yate de proa camina un famoso actor del star-system. A su paso, tod@s gritan. L@s fotógraf@s llevaban horas esperando esta foto. Quizás cuando regresen a casa unos y otros miren atónitos el recibo de la luz o se pregunten por qué los billetes de avión son cada vez más caros o quizás vayan a más e indaguen de dónde salió todo aquel dispendio, aunque no sé si se darán cuenta que contribuyeron a mantener la fiesta en alto y que esta no es nada inocente porque en la era del fin del petróleo cualquier derroche energético crea un nuevo tipo de pobreza y probablemente ell@s sean l@a primer@s afectad@s. Como bien explica Esther Vivas, “la pobreza, hoy por hoy, ya no solo implica no tener trabajo, no llegar a fin de mes, no poder pagar la hipoteca o el alquiler sino, también, no poder prender la luz, tomar una ducha o encender la calefacción”.

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En esta feria l@s adolescentes (y no tanto) gritan durante horas el nombre de sus ídolos

Quizá los neones, las fiestas, el consumo hasta morir sean una vía de escape para quienes quieren huir de la oscuridad de la crisis, pero hay lugares en los que la trampa se hace tan evidente que es difícil caer en ella y el barco solar es uno de ellos, no tanto por ser una anomalía sino porque navegar en él es algo no pautado. De eso se trata, de ponerse en una situación en el que puedas sentir la resistencia al cambio, cuando esto suceda tómatelo como un buen síntoma: estás tocando hueso. L@s dueñ@s del mercado necesitan que “Ibiza” siga ardiendo en nuestro imaginario porque sólo zambulléndonos en ese estilo de vida pueden mantener sus privilegios, por eso llenan las copas de veraneantes, consumidores, emplead@s y fans, para poder seguir coleccionando yates que en cada jornada de navegación devoran el presupuesto energético anual de diez hogares medios. Quienes asisten a esta voluptuosa hoguera creen que han ganado un sitio alrededor de su mesa, no se dan cuenta que están siendo servidos en sus platos y serán devorad@s con desgana.

No todo es feria. De hecho cada vez son menos los feriantes. Los márgenes de las oligarquías son tan grandes que a l@s ciudadan@s rebeldes, resistentes y desobedientes se empiezan a unir colectivos y entidades que no suelen entrar en estas lides. En junio del año pasado la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético entregó más de 100.000 firmas a la Fiscalía Anticorrupción para que investigara la incorporación de ex-polític@s a los consejos de administración de las eléctricas, por si se hubiera incurrido en hechos constitutivos de delito tales como prevaricación o tráfico de influencias. Mientras el asunto recorre el lento itinerario de la administración de justicia, las acciones se multiplican. En los últimos días hemos compartido navegación, actividades y conversaciones con miembros de la plataforma Alianza Mar Blava, un claro ejemplo de hasta qué punto un claro bien común puede enlazar a la administración, entidades privadas, organizaciones medioambientales y colectivos que en otros ámbitos de la existencia siguen estando confrontados. Paralizar las prospecciones de hidrocarburos en el golfo de Valencia es un claro bien común que ha servido para iniciar un modelo de acción política basado en el consenso, en acciones positivas como método de resistencia y en nuevas formas de liderazgo (grupos de trabajo, cargos rotatorios, actividad asamblearia… Esta acción común exige la acción directa de cada uno de sus miembros, como ciudadan@s, pueden reducir sus necesidades de energía, contratar electricidad con cooperativas verdes, producir electricidad limpia y, para l@s más valientes, recurrir a la desobediencia civil más tradicional.

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En este mercado inoculamos nuestros tenderetes

El horizonte del dueño de Paladium (el yate que nos jalona la popa) pasa por la explotación del niquel, el paladio y el oro, el del Ectasea (a quién apunta nuestra proa) gira en torno a las explotaciones de gas y petróleo, el de este barco solar es la soberanía energética entendida como la “capacidad de una comunidad política para ejercer el control y la potestad, y para regular de manera racional, limitada y sustentable la explotación de los recursos energéticos”. Los tres estamos amorrados al piló de los despropósitos, unos para someter el cuerpo de la ciudad, otr@s lo hacemos para deshacer sus ataduras. Sí, hasta mis huesos bailan, pero son diferentes melodías. Qué extraño este lecho, qué perversa la orgía de este escote.